miércoles, 27 de abril de 2022

¿Devaluamos el Bolívar o bolivarizamos el Dólar?

Fotografía cortesía de https://bloguerosdevenezuela.com

Cortesía de Pino Vaccaro

27/04/2022

https://bloguerosdevenezuela.com

Actualidad, finanzas y opinión.  


Te voy a poner a pensar un buen rato: ¿Qué crees? ¿Devaluamos el Bolívar o bolivarizamos el Dólar?


En verdad que en nuestra bendita Venezuela, todo puede ocurrir: hasta lo más inimaginable sucede en esta tierra de Dios.


En las páginas de Market Place podemos encontrar a la venta desde la aguja que usó la negra Matea, nana de Bolívar, para coser una de sus medias, hasta la venta de un riñón, (situación ya investigada por las autoridades del País). 


Todos venden por lo mismo: para ganar dinero.


Esto es comprensible porque, aunque se diga lo contrario, el país sigue en una crisis económica y financiera sin antecedentes y el venezolano promedio hace malabares para poder subsistir. Esta es la realidad.


Pero para poder explicar el título de este artículo, es necesario aclarar ciertos escenarios previos.



La diáspora

La emigración venezolana de los últimos tiempos, desde mi punto de vista, tiene tanto de necesidad como de esnobismo.


Los venezolanos somos faranduleros y eso es algo que no podemos negar y si bien es muy cierto que la necesidad ha hecho que más de  cinco millones de personas se hayan ido del país, no es menos cierto que una buena parte de ellos, salieron de aquí más por moda o aventura, que por necesidad, algo que no veo mal.


Sin embargo todos, absolutamente todos, salieron del país con una misión: trabajar para poder ayudar a sus familiares, económicamente.


Y, mucho más allá de la creencia de que el venezolano es flojo, que solo es un mito (te invito a leer el artículo Mala Fama: El venezolano es flojo) todos se han convertido en una suerte de multitasking para cumplir esa misión.


Aquí es donde comienzo a aclarar parte del fenómeno que estamos viviendo con los bolívares, los dólares y los precios mayameros.



La dolarización informal

Supongamos que de esos cinco millones de emigrantes, la mitad envíe un promedio de 20 $ al mes (que son más, por supuesto.)


Si sacamos una cuenta simple, estamos hablando que, por una vía u otra, ingresan al país, desde el 2016 (esto lo explicaré en mi siguiente artículo) un promedio de 50 millones de dólares, mensualmente.


Es decir, entraron 600 millones de dólares anualmente que, multiplicado por cinco años (calculado hasta el 2.021) han sido TRES MIL MILLONES DE DOLARES (3.000.000.000 $) que han ingresado al país de un modo informal o, más bien, privado. (Sin intervención del BCV)


Obviamente y a juro, la economía venezolana se dolarizó porque llegamos a tener más dólares que bolívares en la calle.


Yo le pago al frutero en dólares. Él paga a sus proveedores en dólares. El proveedor paga a sus proveedores y a sus empleados en dólares.


Los empleados y los proveedores, vuelven a colocar los dólares en las tiendas de abastecimiento y se genera, de nuevo esa cadena y así, sin darnos cuenta, Venezuela se dolarizó. Pero…



¿Devaluamos el Bolívar o bolivarizamos el Dólar? ¿En qué parte bolivarizamos el dólar?


La crisis económica del país ha mantenido en jaque a la población: sueldos irrisorios vs precios inaccesibles.


Es obvio entender que esta situación ha logrado encajar en nuestra mente de un modo tan devastador que genera en nosotros la sensación de la insuficiencia y mentalidad de escasez.


La carestía del 2.015 (la más reciente) y la penúltima reconversión monetaria sembró en nosotros la ansiedad de que el dinero no alcanza.


Por supuesto, esta sensación se generaliza y hace que, “inexplicablemente”, quienes comercializan productos y servicios, vayan aumentando los precios y como los precios ahora son en dólares, es obvio que tratemos al dólar como lo hacemos con el bolívar.



El meollo del asunto

Les presento este ejemplo y es algo que puede explicar una pequeña parte de todo este embrollo financiero y económico:

Antes de volverse un caos el país, las importaciones regulares se hacían a través de un proceso: pro-forma, carta de crédito interbancaria, envío de la mercancía, pago de aranceles portuarios y nacionalización de los productos, destino final.

Independientemente del valor del dólar en el país, los precios se hacían accesibles o por lo menos se mantenían, en virtud de la regularización de la importación y precios de compra al mayor.


Hoy, se compra online. Quienes tienen cuentas afuera y han recapitalizado parte de esos tres mil millones de dólares que ingresaron al país, compran con envío directo (Puerta a puerta) obviando el proceso de pagos de aranceles pero pagan un precio mayor en virtud de ese tipo de envíos.


Y, adicionalmente a esto, compran afuera a precios de tienda, con algún descuento por haber comprado por docena.


Al llegar el envío, el comerciante, aumenta el costo del producto por los precios de envío sumándoles, por supuesto, su ganancia.


Así que, si una crema para la piel, comprada en Walmart, cuesta 1,00 $, aquí se comprará en 2,50. Normal.


Pero ¿Qué hace que hoy, ese mismo producto en el mismo envío, cueste 2,50 y mañana cueste 4,00?



Mercado: Factor psicológico

Para nadie es un secreto que el juego de los precios del mercado depende de muchos factores, en economías formales y estables.


En Venezuela es donde formamos un arroz con mango:

1) Sueldos y salarios cotizados en dólares (en el sector privado) y pagados en bolívares. (Bonificaciones en dólares.) Sueldos y salarios cotizados y pagados en bolívares (en el sector público)


2) Productos cotizados referencialmente en dólares y pagados en cualquier modo: monederos virtuales, transferencias Zelle, pago en efectivo y tarjetas extranjeras (en dólares, por supuesto); pago móvil y tarjetas de débito en bolívares.


3) Circulación de efectivo en divisas con un valor referenciado por dos tipos de cotizaciones


4) Inconstancia en la presencia de productos.


5) No me alcanzan los reales…


Si sumamos todo esto, a la incapacidad de ahorro del ciudadano de a pie, podrá haber mucho circulante en el país, pero la situación es la misma: sigue habiendo crisis.


Parte de la estabilidad de la economía de un país, depende de la capacidad de ahorro de sus ciudadanos.


Al existir una crisis con un circulante en moneda extranjera, que depende de las cotizaciones del mercado, es obvio que todos queremos que nuestros dólares valgan más para que rindan y como en efecto no rinden, vendemos nuestros productos y servicios con base a lo que necesitamos para vivir y no con base al valor real del producto.


Por supuesto, todos hacemos lo mismo y como eso lo hacíamos con un bolívar devaluado e inorgánico, le otorgamos el mismo valor de al dólar, desde esa necesidad, haciendo que también lo devaluemos.



El país está mejor…

Que la situación económica del país haya mejorado, es una “verdad” de forma pero no de fondo.


En efecto, hay mayor circulación de dinero lo que podría entenderse como una mayor liquidez, pero esto es algo que no es totalmente cierto.


Tomando en cuenta el ejemplo de las remesas que entran al país, también pudiera decirse que hay mayor liquidez y esto es algo que tampoco es totalmente cierto.


Digo que no es totalmente cierto porque la distribución de ese circulante no es equitativa.


Me explico: 3MM de dólares circulando en el país cuyo 10% se queda en los bolsillos de sus receptores iniciales.


Son trescientos millones de dólares que fueron usados para montar pequeños negocios o, para usar la palabra de moda, invertidos en “emprendimientos”.


Emprendimientos que son negocios locales que garantizan entradas de dinero en inversiones temerosas que no tienen futuro como empresas.


El otro 90% está en manos de quienes han recapitalizado esas entradas y han obtenido ganancias que han sido invertidas en empresas y negocios de artículos de consumo que captan ese circulante en dólares, por ejemplo, los bodegones.


Lo particular del caso es que esos tres mil millones de dólares siguen circulando en el país pero devaluándose siempre, un poco más.


Ejemplo: Supongamos que vendo diez mil dólares al mes y lo reinvierto para seguir comprando mercancía.


Obviamente, necesito “sacar” ese dinero del país para poder comprar porque no hago nada con el efectivo o con los bolívares. Entonces ¿Qué hago?


Acudo a quien tiene dólares fuera y necesita dólares o bolívares aquí en el país y cambio, previo pago de comisiones, para realizar mis compras a través de terceros o abro una cuenta fuera del país para capitalizar los pagos por transferencias.


Usualmente, la mayoría de estos negocios realizan ambas y al realizarlas, el valor producto que compramos se incrementa en virtud de estos pagos de comisiones por transacciones o por los costos generados por la apertura de empresas fuera y los respectivos pagos de impuestos.


Adicionalmente y como último, en un país desbancado al que no le entra ni el 1% de esas transacciones, tiene que inventar y aplicar impuestos adicionales para poder dar una buena mordida a esos capitales.


En síntesis, en este arroz con mango, mientras no exista estabilidad económica y financiera, bolivarizaremos cualquier instrumento de cambio, compra y venta.

Nuevamente pregunto ¿Devaluamos el Bolívar o bolivarizamos el Dólar? Y la respuesta es, tristemente: ambas.

¡Dios es bueno! 


Pino Vaccaro, MBA/Life Coach

Life Coach Certificado (ILC-IAC), Master en Administracion de Negocios (MBA) mención Salud Organizacional, Especialista en Negociación y Resolución de Conflictos, Experto en Seguridad, Speaker miembro de la Asociacion Latinoamericana de Expositores. Amante de la Educación, las buenas costumbres.



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