Octubre de 2012 |
Por Daniel Eskibel
Vivimos inmersos dentro de un océano
de historias.
Las que
los padres cuentan a sus hijos antes de dormir. Las que se cuentan en
reuniones familiares y amistosas. Las que se ven en la televisión y en el
cine. Las que se leen en los libros y en los periódicos. Las que se recuerdan
en la complicidad de una pareja. Las que están narradas en la publicidad.
Historias
por todas partes y a cada momento.
Millones
de historias.
¿Por qué?
Muy
simple: porque el cerebro humano necesita historias.
Las
necesita con la misma urgencia que un pez necesita del agua. Porque sin
historias se asfixia, se ahoga, se reseca, se muere.
El cerebro
humano necesita historias por 4 razones:
1. Para darle sentido a la realidad, para construir significados. En
última instancia la realidad está siempre llena de contradicciones, de complejidades,
de zonas difusas, de opacidades. Y las historias formatean esa realidad y le
dan una estructura dentro del cerebro.
2. Para aprender, para saber. El conocimiento que se transforma en relato
es mucho más fácil de comprender, de articular, de pensar y de recordar.
3. Para compartir. Una historia magnetiza, atrae, captura la atención de
los otros.
4. Para provocar emociones. La identificación psicológica con un
personaje de un relato o con alguno de los eventos que le toca vivir conduce
directamente hacia los afectos, hacia las emociones. El relato hace sentir
emociones a medida que se va desplegando.
En suma:
cuando contamos historias nos comunicamos mejor. Porque le estamos dando al
cerebro lo que necesita, lo que anhela. Los relatos son su oxígeno, su santo
y seña, su vida. Más aún: los relatos estructuran al propio cerebro. Lo
formatean.
¿Cual es
la historia que debe contarse en una campaña electoral?
Una
campaña es una batalla comunicacional. Una batalla con comienzo, desarrollo y
fin. Y para trabajar en sintonía con el cerebro del votante debemos concebir
toda la campaña como un verdadero relato.
La campaña
electoral debe ser, pues, una historia. Debe contar una buena historia. Un
relato que sea como esas cajas chinas que encajan unas dentro de las otras. Un
relato que en realidad integre 3 relatos:
1. Contar la historia de una sociedad y de un partido.
2. Contar la historia de un gobierno.
3. Contar la historia de un candidato.
Contar la
historia de una sociedad y de un partido
En
realidad es un relato que entrelaza 2 relatos diferentes pero
complementarios. Y se necesita porque ninguna campaña electoral ocurre en el
vacío, porque además es una historia que crea un horizonte temporal que todo
cerebro necesita para ubicarse y porque también fortalece el sentido de
pertenencia a una manada, a un colectivo, a una entidad supra-individual.
¿Que es
una historia demasiado larga y compleja?
Pues hay
que convertirla en un relato simple y fácil de comprender.
Contar la
historia de un gobierno
Siempre
hay un gobierno en la memoria reciente del electorado. Siempre. Porque
siempre hay un gobierno saliente, un gobierno que finaliza su período y cuyas
acciones está más frescas. Contar la historia de ese gobierno saliente es
darle forma a la percepción pública sobre ese gobierno. ¿Qué candidato no
quiere hacer eso?
Algunos
dirán que a veces no conviene contar la historia del gobierno. Dirán que no
conviene tanto los oficialistas de pobre gestión como los opositores a un
gobierno exitoso. Ambos.
Sin
embargo, aún en esos casos, sí que conviene contar esa historia. Relatarla
desde nuestro punto de vista, claro. Y tratar de convertir nuestro relato en
el relato dominante.
Porque si
esa historia no la contamos nosotros...entonces la van a contar otros. Ellos.
A su manera, of course.
Contar la
historia del candidato
La
biografía puede ser una formidable herramienta de persuasión electoral.
Formidable. Porque es un relato crucial para la psicología del votante, ese
votante que busca algo intangible en su candidato.
¿Qué busca
el votante en el candidato? Más allá de las ideas, los razonamientos y las
coyunturas, ¿qué es lo que lo mueve desde lo profundo de su psiquismo hacia
el encuentro con un candidato? Lo mueve la búsqueda inconsciente de un
reflejo de sí mismo. El votante busca en el candidato un espejo mejorado de
sí mismo.
Recuerda:
un espejo mejorado de sí mismo.
El votante
quiere verse a sí mismo en el político. Pero quiere ver un sí mismo mejorado.
Y eso se lo brinda una biografía bien construída y bien comunicada. De esta
manera el relato construye confianza y despierta emociones.
Puede
decirse que lo que se votan son las ideas, los proyectos, los modelos...
Pero no.
La gente
vota personas de carne y hueso. Y humaniza en ellas sus ideas, sus proyectos,
sus modelos.
La campaña
electoral como guerra de relatos
Hacer
campaña es hacer guerra de relatos. Una guerra que tiene 3 batallas: el
relato acerca de una sociedad y un partido, el relato acerca de un gobierno y
el relato acerca de un candidato.
Relatos.
Historias. Narrativa.
De eso van
las campañas electorales.
El que
gana es el que mejor inscribe su propia narrativa en el cerebro de los
electores.
Daniel
Eskibel es Psicólogo,
consultor político, docente y escritor uruguayo.
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sábado, 3 de noviembre de 2012
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