sábado, 4 de marzo de 2023

Película de Wall Street. Entre la información y tiempo.


Cortesía de Eimy Arriaga
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La codicia es correcta, la codicia funciona, la codicia aclara, se abre camino y capta la esencia del espíritu de la evolución. La codicia por la vida, por el dinero, por el amor, por el conocimiento ha marcado el avance de la humanidad.



Cuando se trata de películas sobre la bolsa de valores, apuestas o negocios, en fin, sobre dinero, me quejo de que la materialización del poder adquisitivo en pantalla inevitablemente recae en los objetos valiosos, en la tecnología y en números flotantes. Muy pocas veces el poder económico está reflejado en el ser humano, en el diálogo, en la imagen tal como lo podemos apreciar en dos buenas películas de Oliver Stone: Wall Street (1987) y Wall Street: Money never sleeps (2010).



Aunque una es más grandiosa que la otra, ambas dan una visión de conjunto sobre la vida financiera estadounidense, filtrada a través de la percepción de Gordon Gekko, un legendario tiburón del mercado bursátil.


Mientras la cinta de 1987 sustenta su trama con la pugna entre socialismo velado (capital humano) y capitalismo (capital físico), el filme del 2010 presenta una imagen tramposa del crack económico norteamericano, que puede rendirse al socialismo pero, pese a las pérdidas inesperadas (burbujas económicas), los personajes centrales salen victoriosos.



"El producto más valioso que conozco es la información"
La primera parte de la historia de Gordon Gekko, comienza con Buddy Fox, un ambicioso e ingenuo vendedor de acciones, proveniente de una familia de obreros que desea hacerse de un apellido pero hasta conocer a Gekko solamente posee su nombre.



El positivismo y tenacidad del joven lo acercan a su nuevo cliente. Luego de que Buddy le brinda información sobre el mercado aéreo, misma que le ha confiado su padre, Gekko lo usa primero como corredor de bolsa general y después como uno personal pues demuestra eficiencia. Para llegar al puesto, el chico ha tenido que vigilar a un enemigo de su cliente (Larry Wildman), sobornar a un abogado e infiltrarse en una empresa de limpieza para entrar a oficinas y robar datos a fin de invertir de modo seguro.
 

 

El ascenso de Buddy no se da solamente en su trabajo, donde obtiene su propia oficina, sino también en el ámbito social y económico pues lo notamos el uso de tecnología de la época, la comida, el arte, la decoración, los inmuebles y la novia (todo musicalizado con la voz de Frank Sinatra). A un tiempo, notamos qué tanto se ha inmiscuido en asuntos turbios cuando Gekko lo chantajea o firman un contrato. Sin embargo, el ahora corredor de bolsa todavía recurre a su ancla moral que es su padre, un líder sindical de la aerolínea Bluestar que cree en el trabajo duro, leal y honesto, que le permite vivir a diario consigo mismo.

 

La pelea ética de Buddy y los beneficios que ha obtenido no le permiten ver que está en riesgo pues la Comisión de Vigilancia del Mercado de Valores está rastreando ciertas inversiones. Él va tan rápido en esa carrera capitalista que no mira la base de la economía (así lo demuestra la escena de las cuatrimotos y los pescadores).



En un afán de unir el capitalismo físico de Gekko y el capital humano representado por su padre, Buddy convence al primero de invertir en Bluestar pero su papá se opone a respaldarlos. Ello da pie a una excelente actuación de padre e hijo hecha por Charlie y Martin Sheen (también hijo y padre) y además a descubrir que Gekko intentaba desmantelar la empresa.

 

En un intento por apelar a su moralidad, Buddy confronta a Gekko (mientras uno de los satélites del filme tiene presencia: un humilde limpiaventanas, que funciona como ancla para no perder la dimensión de lo que está en juego), quien le dice que el dinero es como la energía, siempre está ahí solamente se transfiere.
 
 

El astuto joven decide pelear en su contra pues ya no le es posible vivir consigo mismo, tal como le insinuó su padre, y recurre al enemigo de Gekko: Wildman, personificación de la fusión de ambos capitales. Si bien el tiburón veterano es derrotado en la bolsa y Buddy es arrestado, a ambos les espera un enfrentamiento final, donde Gordon Gekko le recuerda a su pupilo lo que ha hecho por él, mientras que Bud confiesa que ha luchado por su propia identidad. La charla no ha sido en vano: Gekko será apresado y Bud Fox acude a la Corte solo porque quien viola la ley y conspira contra la sociedad merece un castigo.


"El dinero no es el activo principal de la vida, es el tiempo"
Para 2010 Oliver Stone y Stanley Weiser vuelven junto con Allan Loeb y Stephen Schiff para una segunda entrega (con un abuso de efectos especiales y la reiteración de la burbuja como metáfora) de la historia de Gordon Gekko, quien como salamandra ha emergido de las cenizas de su imperio.

 

El viejo lobo de mar ha salido de la cárcel, ha escrito un libro sobre la codicia y se adapta a un mundo en apariencia nuevo pero que conoce como si nunca se hubiera ido. En tanto, es feliz la pareja joven de Winnie Gekko y Jake Moore, un corredor de bolsa curtido, gracias a Lou Zabel, dueño de Keller-Zabel, quien termina suicidándose a raíz de unos rumores que lo llevan a la quiebra.

 

En un afán por saber quién comenzó los rumores, Jake acude con su suegro, que brinda otro de sus famosos discursos, esta vez sobre la especulación. Como experimentado hombre de negocios, el chico le ofrece reestablecer la relación padre e hija a cambio de encontrar al culpable, el cual es Bretton James (quien mantuvo en la cárcel a Gordon por años).
 
 

La realidad es que Gekko mantiene un juego de seducción con Jake a través de la información y de sus supuestas buenas intenciones. La misma película conserva el foco de atención en el trabajo con James, mientras rastrean su negocio fraudulento (Fondo Langosta), y usarlo para que invierta en la investigación de Fusión Unidad, científicos fomentadores de la energía olamotriz para generar energía limpia a diferencia de las actuales. También la focalización se halla en el esfuerzo de Jake para unir a Winnie y Gordon a fin de obtener más información.

 

Cuando yerno y suegro se tornan pares y Jake parece haber ganado, la aburrida primera parte termina (indicado con un iris shot, remisión del final feliz del cine mudo). 

 

Oliver Stone abre una segunda parte con dos reveses protagonizados por los padres de la joven pareja: la madre de Jake (agente de bienes raíces) sufre por la burbuja inmobiliaria recién reventada mientras que Gekko usa de testaferro a su hija para obtener su dinero de vuelta desde un paraíso fiscal.
 
 

El último cuarto de la cinta es ágil y plantea el fin del capitalismo por un falso socialismo basado en el rescate a la Banca por el bien conjunto. Además, vemos el riesgo moral que asume Jake al hacerse de su propio dinero y no responsabilizarse por él: abandona a James, no cumple con Fusión Unidad, facilita dinero a Gekko y su novia, al enterarse de su relación con Gordon, lo abandona.

 

Pese a verse manipulado por su suegro, Jake tiene todavía algo con que negociar: el hijo que Winnie espera a cambio del dinero hurtado, no obstante, Gekko ha reptado hasta la cima financiera en medio de la adversidad estadounidense, lo que le permite rehacerse y cancelar cualquier trato.

 

Finalmente, Jake opta por correr hacia su brújula moral, Winnie, que destapa el negocio sucio de Bretton James, quien enfrenta a la justicia. En cambio, el triunfante Jake regresa con Winnie. Ambos quedan impunes del lavado de dinero, al igual que Gekko, quien decide dar el dinero a Fusión Unidad para poder ver a Lou, su nuevo nieto.

 

La Conclusión en esta bilogía de Oliver Stone, Gordon Gekko es la carnación del mercado bursátil norteamericano. En los años ochenta es un emprendedor agresivo, que domina mediante la posesión de información y tecnología, capital físico que busca con un afán excesivo de las riquezas, cual tiburón en su frenesí alimentario. Sin embargo, por la fusión de capital humano y capital físico, el capitalismo en su mejor momento, es superado. En la primera década del siglo XXI, Gekko es un jugador cuidadoso con el afán ajeno y un victorioso cazador que atrae con una expectativa preconcebida (especulación), a sabiendas que el poder adquisitivo provoca en la gente una confianza comodina y sobrevalorada, que tarde o temprano reventará cual pompa de jabón, lo que permitirá alimentarse, en medio del caos, de los restos viscosos que pueda alcanzar.

Publicado el 15 de Junio 2016 por Eimy Arriaga.

Etiquetas: Cine


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