sábado, 3 de marzo de 2012

KEYNES TENÍA RAZÓN

KEYNES TENÍA RAZÓN 
(Artículo Año 2011)

Dr. Paul Krugman*
premio nobel de Economía. 

"La expansión, no la recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal". Eso declaraba John Maynard Keynes en 1937, cuando Franklin Delano Roosevelt estaba a punto de darle la razón, al intentar equilibrar el presupuesto demasiado pronto y sumir la economía estadounidense (que había ido recuperándose a ritmo constante hasta ese momento) en una profunda recesión. Recortar el gasto público cuando la economía está deprimida deprime la economía todavía más; la austeridad debe esperar hasta que se haya puesto en marcha una fuerte recuperación.
Por desgracia, a finales de 2010 y principios del 2011, los políticos y legisladores en gran parte del mundo occidental creían que eran más listos, que debíamos centrarnos en los déficits, no en los puestos de trabajo, a pesar de que nuestras economías apenas habían empezado a recuperarse de la recesión que siguió a la crisis financiera. Y por actuar de acuerdo con esa creencia antikeynesiana, acabaron dándole la razón a Keynes una vez más.
Lógicamente, al reivindicar la economía keynesiana chocó con la opinión general. En Washington, en concreto, la mayoría considera que el fracaso del paquete de estímulos de Obama para impulsar el empleo ha demostrado que el gasto público no puede crear puestos de trabajo. Pero aquellos de nosotros que hicimos cálculos, nos percatamos, ya desde el primer momento, de que la Ley de Recuperación y Reinversión de 2009 (más de un tercio de la cual, por cierto, adquirió la relativamente ineficaz forma de recortes de impuestos) se quedaba demasiado corta teniendo en cuenta la gravedad de la recesión. Y también predijimos la violenta reacción política a la que dio lugar.
De modo que la verdadera prueba para la economía keynesiana no ha provenido de los tibios esfuerzos del Gobierno federal estadounidense para estimular la economía, que se vieron en buen parte contrarrestados por los recortes a escala estatal y local. En lugar de eso, ha venido de naciones europeas como Grecia e Irlanda que se han visto obligadas a imponer una austeridad fiscal atroz como condición para recibir préstamos de emergencia, y han sufrido recesiones económicas equiparables a la Depresión, con un descenso del PIB real en ambos países de más del 10%.
Según la ideología que domina gran parte de nuestra retórica política, esto no debía pasar. En marzo de 2011, el personal republicano del Comité Económico Conjunto del Congreso publicó un informe titulado Gasta menos, debe menos, desarrolla la economía. Se burlaban de las preocupaciones de que un recorte del gasto en tiempos de una recesión empeoraría la recesión, y sostenían que los recortes del gasto mejorarían la confianza del consumidor y de las empresas, y que ello podría perfectamente inducir un crecimiento más rápido, en vez de ralentizarlo.
Deberían haber sido más listos, incluso en aquel entonces: los supuestos ejemplos históricos de "austeridad expansionista" que empleaban para justificar su razonamiento ya habían sido rigurosamente desacreditados. Y también estaba el vergonzoso hecho de que mucha gente de la derecha ya había declarado prematuramente, a mediados de 2010, que la de Irlanda era una historia de éxito que demostraba las virtudes de los recortes del gasto, solo para ver cómo se agravaba la recesión irlandesa y se evaporaba cualquier confianza que los inversores pudieran haber sentido.
Por cierto que, aunque parezca mentira, este año ha vuelto a suceder lo mismo. Muchos proclamaron que Irlanda había superado el bache, y demostrado que la austeridad funciona (y luego llegaron las cifras, y eran tan deprimentes como antes). 
Pero la insistencia en recortar inmediatamente el gasto siguió dominando el panorama político, con efectos malignos para la economía estadounidense. Es verdad que no hubo ninguna medida de austeridad nueva digna de mención a escala federal, pero sí hubo mucha austeridad "pasiva" a medida que el estímulo de Obama fue perdiendo fuerza y los Gobiernos estatales y locales con problemas de liquidez siguieron con los recortes.
Claro que, se podría argumentar que Grecia e Irlanda no tenían elección en cuanto a imponer la austeridad, o, en cualquier caso, ninguna opción aparte de suspender los pagos de su deuda y abandonar el euro. Pero otra lección que nos ha enseñado 2011 es que Estados Unidos tenía y sigue teniendo elección; puede que Washington esté obsesionado con el déficit, pero los mercados financieros están, en todo caso, indicándonos que deberíamos endeudarnos más.
Una vez más, se suponía que esto no debía pasar. Iniciamos 2011 con advertencias funestas sobre una crisis de la deuda al estilo griego que se produciría en cuanto la Reserva Federal dejara de comprar bonos, o las agencias de calificación pusieran fin a nuestra categoría de Triple A, o el superfabuloso comité no consiguiera alcanzar un acuerdo, o algo. Pero la Reserva Federal finalizó su programa de adquisición de bonos en junio; Standard & Poor's rebajó a Estados Unidos en agosto; el supercomité alcanzó un punto muerto en noviembre; y los costes de los préstamos de Estados Unidos no han parado de disminuir. De hecho, a estas alturas, los bonos estadounidenses protegidos de la inflación pagan un interés negativo. Los inversores están dispuestos a pagar a Estados Unidos para que les guarde su dinero.
La conclusión es que 2011 ha sido un año en el que nuestra élite política se obsesionó con los déficits a corto plazo que de hecho no son un problema y, de paso, empeoró el verdadero problema: una economía deprimida y un desempleo masivo.
La buena noticia, por decirlo así, es que el presidente Barack Obama por fin ha vuelto a luchar contra la austeridad prematura, y parece estar ganando la batalla política. Y es posible que uno de estos años acabemos siguiendo el consejo de Keynes, que sigue siendo tan válido hoy como lo era hace 75 años.
* Paul Krugman - Es premio nobel de Economía.
 

Arthashastra

Arthashastra



TOMADO DE:
http://en.wikisource.org/wiki/ArthashastraKautilya. Arthashastra. Translated by R. Shamasastry. Bangalore: Government Press, 1915.

Kautilya's Arthashastra is an excellent treatise on statecraft, economic policy and military strategy. it is said to have been written by Kautilya, also known by the name Chanakya or Vishnugupta, the prime minister of India's first great emperor, Chandragupta Maurya.
In Arthashastra, Kautilya mixes the harsh pragmatism for which he is famed with compassion for the poor, for slaves, and for women. He reveals the imagination of a romancer in imagining all manner of scenarios which can hardly have been commonplace in real life.
Centrally, Arthaśāstra argues for an autocracy managing an efficient and solid economy. It discusses the ethics of economics and the duties and obligations of a king. The scope of Arthaśāstra is, however, far wider than statecraft, and it offers an outline of the entire legal and bureaucratic framework for administering a kingdom, with a wealth of descriptive cultural detail on topics such as mineralogy, mining and metals, agriculture, animal husbandry and medicine. The Arthaśāstra also focuses on issues of welfare (for instance, redistribution of wealth during a famine) and the collective ethics that hold a society together.  

Traducción de R. Shamasastry. Bangalore: Government Press, 1915. Bangalore: Prensa del Gobierno de 1915.
 
Arthashastra de Kautilya es un excelente tratado sobre el arte de gobernar, la política económica y la estrategia militar, se dice que ha sido escrito por Kautilya, también conocido por el nombre o Chanakya Vishnugupta, el primer ministro del primer gran emperador de la India, Chandragupta Maurya. En Arthashastra, Kautilya se mezcla el pragmatismo dura de la que es famosa por la compasión por los pobres, para los esclavos, y para las mujeres. Él revela la imaginación de un novelista en imaginar todo tipo de escenarios que difícilmente puede haber sido un lugar común en la vida real.
 
El centro, Arthasastra aboga por una autocracia gestión de una economía eficiente y sólido. Se discute la ética de la economía y los deberes y obligaciones de un rey. El alcance de Arthasastra sin embargo, es mucho más amplio que el arte de gobernar, y ofrece un resumen de todo el marco legal y burocrático de la administración de un reino, con todo lujo de detalles descriptivos sobre temas culturales, tales como la mineralogía, minería y metales, la agricultura, los animales la cría y la medicina. El Arthasastra también se centra en cuestiones de bienestar (por ejemplo, la redistribución de la riqueza durante una hambruna) y la ética colectiva que mantienen unida a la sociedad.

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